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¿Quién fue Miguel Ángel?

Miguel Ángel Buonarotti fue uno de los más grandes exponentes del arte universal. Este escultor, pintor y arquitecto italiano encarnó el ideal del artista renacentista. Nació en 1475 en Caprese, cerca de Arezzo. Discípulo de Domenico Ghirlandaio, estudió la estatuaria antigua y se relacionó con los poetas y humanistas de su época.

Entre las obras escultóricas de su juventud se encuentran la majestuosa Piedad (realizada en Roma) y el gigantesco David (esculpido en Florencia).

Este último, que representa al héroe del Antiguo Testamento, mide 4,34 metros de altura y fue concebido por el artista como un joven bello que transmite agudeza en la mirada, rasgos enérgicos en el rostro y fuerza expresiva en el cuerpo.

Entre las esculturas de su madurez sobresalen el Moisés, el Esclavo rebelde y el Esclavo moribundo, todos destinados a la tumba del papa Julio II, y las figuras que simbolizan El Día y La Noche, y La Aurora y El Crepúsculo, para los sepulcros de Giuliano y Lorenzo de Médicis, respectivamente.

Estos imponentes cuerpos, contorsionados y dotados de belleza y expresividad, se convirtieron en el símbolo del hombre universal, fuera del tiempo y del espacio, sin confrontación con los individuos de una época y afirmadas en la eternidad. Miguel Ángel falleció en 1564, a los 89 años de edad, y sus restos enterrados en Florencia.

¿Cuáles son sus principales obras pictóricas?

Entre sus obras pictóricas se destaca la decoración de la bóveda de la Capilla Sixtina, realizada entre 1508 y 1512, donde desarrolló escenas del Antiguo Testamento, como la Creación de la Luna, la Creación de Adán y la Creación de Eva, El pecado original y El Diluvio universal, además de sibilas, profetas y estructuras arquitectónicas. Las imponentes figuras demuestran su extraordinario conocimiento del cuerpo humano y su movimiento.

¿Cuándo pintó El juicio final?

En 1536 Miguel Ángel inició los trabajos de El juicio final para decorar la pared posterior al altar de la Capilla Sixtina. En la composición, Cristo aparece en el centro en actitud de juzgar a las almas. Por un lado, se encuentran los condenados, los diablos y los ángeles; y por el otro, los elegidos. En este fresco, las figuras denotan pesadez, patetismo y desesperanza, con un tratamiento de las formas que modifican la estética renacentista.