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¿Cómo son las praderas?

La pradera es un ecosistema cuyas características determinantes son su clima templado y sus lluvias anuales, que oscilan entre 500 y 750 mm; la ausencia de vegetación arbórea, que facilita el crecimiento de plantas herbáceas; la elevada cobertura vegetal del suelo; la acumulación de materia orgánica en él que determina una elevada fertilidad; y la considerable pérdida de agua durante el verano.

La vegetación dominante de las praderas son las gramíneas, que se reproducen a partir de semillas o bien de manera vegetativa. Por ello, estas hierbas son capaces de sobrevivir a los disturbios cíclicos del ambiente, como pueden ser las sequías, las inundaciones y los incendios.

Las praderas naturales se encuentran en las llanuras de América del Norte y las pampas de América del Sur, y en algunas zonas de África meridional, Europa (sobre todo en Ucrania) y Asia.

En las praderas de América del Sur se destacan diversas especies animales, que cada vez son más desplazadas por la agricultura y la ganadería: comadrejas, zorros, vizcachas, cuises, lagartijas y aves, como las lechuzas, los teros, las martinetas, los chajaes y los caranchos. En América del Norte las praderas albergaron al bisonte, que hoy se encuentra casi extinguido.

¿Qué papel cumple el fuego?

Un factor importante en el nacimiento y preservación de las praderas es el fuego, ya sea natural o provocado, pues la quema de antiguas zonas boscosas, en períodos de 5 a 10 años, impidió el restablecimiento de nuevos árboles y favoreció el desarrollo de pastizales.

En la actualidad muchas zonas de praderas naturales han sido destinadas a la actividad agropecuaria. Los pastos silvestres han sido reemplazados por cereales y pasturas “artificiales” destinadas a la ganadería.