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¿Qué es la deflación?

Puede definirse como deflación a la reducción del poder adquisitivo del dinero a través del tiempo. Esto implica que, en un período corto de tiempo disminuye la cantidad de bienes y servicios posibles de ser obtenidos con una suma de dinero. En los procesos deflacionarios, cae la producción y aumenta el desempleo.

Las personas que perciben ingresos fijos durante estos períodos obtienen ventajas relativas y, por el contrario, se perjudican los que reciben beneficios como, por ejemplo, los accionistas, cuya suerte está ligada al desempeño de las empresas, que ven afectadas sus ganancias por la baja de los precios.

A lo largo de esa etapa también se benefician los acreedores, en desmedro de los deudores. Esto se debe a que los primeros entregan dinero con un determinado poder adquisitivo a los segundos y, vencidos los plazos para la devolución, reciben a cambio fondos mayores, que les permiten adquirir mayor cantidad de productos como consecuencia de la caída de los valores de éstos.

¿Qué política suelen adoptar los gobiernos para contrarrestar la deflación?

Por lo general, aumentan los niveles de gasto público para, de esa forma, compensar el retroceso de las inversiones, aumentar la producción y generar empleo.

¿Cómo influye la deflación en los índices de empleo?

En los períodos de deflación, el derrumbe de los precios, al provocar una disminución de los beneficios empresariales, desalienta las inversiones. Debido a ello, en general, disminuye la contratación de más trabajadores o precipita los despidos.